Lo que viene siendo la maravilla de las pequeñas cosas
Ayer vi por primera vez Los Puentes de Madison, algunos pensaréis que llevo siglos de retraso en cuanto al cine, y es completamente cierto, pero también es verdad que hay películas que ha merecido la pena esperar para verlas y entenderlas, dudo que las hubiera entendido como lo hice ayer hace diez años.
El señor que vive conmigo, sí el de las patillas, es un romántico, quizás de los pocos que queden con esa pinta de macarras y tan moñas por dentro, me la recomendó tanto que me parecía el plan perfecto del domingo por la tarde.
Aunque no teníamos cuerpo de madrugar el solecete y las terrazas hasta las banderas nos sacaron de la cama, unas cañas después mis ganas de cocinar eran completamente inexistentes, llevas toda la semana pensando que harás el domingo para comer y vas y dos cañas más tarde los propósitos se desvaneces. ¿Chino para llevar? ¡Hace!
El festín de tuppers redondos dispuestos sobre la mesa y la tele sintonizada en Castilla-La Mancha TV. Alucinada me quedé, y no por el número de gambas de los tallarines, no, la película me tenía sin aliento, cómo es posible mirarse así y no morirse de amor.
Increíble.
Y sí, lloré.
Y entendí una frase que el de las patillas me dice siempre: "Sólo lo diré una vez. No lo había dicho nunca, pero esta clase de certeza solo se presenta una vez en la vida".
Buen lunes a todos :)
2 comentarios:
y que bonito lo escribes todo, patata!
MásqueRopa: Muchas gracias Su :)
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