Dame la mano...

Y ella siempre me dio su mano

 

Escribir esto es lo más complicado que he hecho nunca, porque nunca llegué a pensar que te irías. Siempre estuviste ahí, con tu camarera de las tentaciones, con ese chorizo frío entre pan y pan que venía bien a cualquier hora y ese olor a suavizante del pollito por toda la casa, sí, el que comprábamos en la tienda de la Julia. En casa había patos, periquitos de cartón incluso, qué pilla eras, perros variados y gatos glotones, y algún que otro  Speedy González despistado, columpio, piscina y pan con tomate restregado.

Nunca me faltaron tus halagos aunque llevase el peor de los modelitos del mundo y la culpable de vestirme por primera vez de carnaval, la que me enseñó que si dices mentiras te escupe el demonio en el culo cuántas veces me miré el culo de pequeña ¡Cuántas!. Nunca olvidaré tus ¡Déjala que haga lo que quiera! Frente a cualquiera que quisiera quitarme un disparate de la cabeza.

Porque así eras tú, me miraste siempre como si fuera la niña, adolescente y ahora mujer, más guapa, inteligente y capaz del mundo, quizás por eso me meto en los berenjenales más grandes del mundo, porque tengo una confianza feroz en mi misma gracias a ti.

Lo que también has conseguido es que sea una maruja de manual, tengo fogones y antes me corto un brazo que tener vitrocerámica, aireo la ropa, cocino las sobras que aquí no se tira nada, llevo carrito al súper, busco las mejores ofertas en los folletos del portal y recorto cupones que todo el mundo tira y por supuesto coso con dedal y cocino con madil, menuda guarra sería de no hacerlo, ya tú sabes Yaya.

Siempre que te pedí la mano me la diste, siempre. 

Gracias.

 Buen lunes a todos :)